Según análisis posteriores el can cocinado había muerto envenenado y tras su consumo la sustancia tóxica pasó al cuerpo de las personas.
“El dueño no sabía que el perro había sido envenenado” y en lugar de enterrarlo lo vendió “para no desperdiciarlo”, señaló un portavoz policial al diario “Cambodia Daily”.
Chea Rath, quien adquirió el perro muerto, invitó el pasado sábado a sus familiares y amigos a una barbacoa con la carne del can en la provincia de Kratie, cerca de la frontera con Vietnam. Rath, de 66 años, falleció ese mismo día.
Durante su funeral, el domingo, los asistentes volvieron a degustar el asado contaminado, sin que aún se supiera que fue la causa principal de la muerte del anciano.
Las otras víctimas mortales son la nuera del Chea Rath, Proeng Saron, su vecina Bin Naykeng, y una cuarta víctima no identificada por la policía.
En Camboya el consumo de carne de perro, denominada en los establecimientos “carne especial”, se tolera y no es ilegal, pero no está tan extendido como en el vecino Vietnam o China.
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